Hace algún tiempo vi en directo los cuadros de Virginia y me encantaron. Había en sus paisajes de árboles algo conmovedor, algo que va más allá del motivo, y es que cuando estamos ante ellos parece que nos dijesen más de lo que vemos. En estos silenciosos, solitarios, pálidos , paisajes parece proyectarse quien los pinta, se vislumbra un paisaje interior misterioso y emocionante. Tienen un poder de evocación que suman a la mirada la imaginación y nos hacen sentir un estado de ánimo que nace en la contemplación de la obra. Esta es una condición propia del buen arte. Pero, además, su lenguaje pictórico es personal y contemporáneo. Hay quien lo vincula al lenguaje impresionista, pero pienso que esta elemental relación se le atribuye por la temática. Creo que Virginia es más original que eso en la manera de pintar, que no pertenece al grupo de los que rumian en la contemporaneidad un lenguaje que hoy se utiliza para el efectismo y para realizar cuadros “bonitos”. Si miramos este paisaje titulado “luces”, si observamos la manera en que pinta la parte superior del cuadro, no vemos una técnica impresionista, más bien nos parece estar ante un fragmento de pintura cercano al lenguaje del expresionismo abstracto, que, no obstante, se disciplina para volver a la forma en la parte inferior del lienzo. Y es que Virginia quiere pintar árboles. Es su elección, su icono, el símbolo que ha elegido para hablarnos de ellos y de tantas otras cosas.
Hace algún tiempo vi en directo los cuadros de Virginia y me encantaron. Había en sus paisajes de árboles algo conmovedor, algo que va más allá del motivo, y es que cuando estamos ante ellos parece que nos dijesen más de lo que vemos. En estos silenciosos, solitarios, pálidos , paisajes parece proyectarse quien los pinta, se vislumbra un paisaje interior misterioso y emocionante. Tienen un poder de evocación que suman a la mirada la imaginación y nos hacen sentir un estado de ánimo que nace en la contemplación de la obra. Esta es una condición propia del buen arte. Pero, además, su lenguaje pictórico es personal y contemporáneo. Hay quien lo vincula al lenguaje impresionista, pero pienso que esta elemental relación se le atribuye por la temática. Creo que Virginia es más original que eso en la manera de pintar, que no pertenece al grupo de los que rumian en la contemporaneidad un lenguaje que hoy se utiliza para el efectismo y para realizar cuadros “bonitos”. Si miramos este paisaje titulado “luces”, si observamos la manera en que pinta la parte superior del cuadro, no vemos una técnica impresionista, más bien nos parece estar ante un fragmento de pintura cercano al lenguaje del expresionismo abstracto, que, no obstante, se disciplina para volver a la forma en la parte inferior del lienzo. Y es que Virginia quiere pintar árboles. Es su elección, su icono, el símbolo que ha elegido para hablarnos de ellos y de tantas otras cosas.
ResponderEliminarElena